Mayas 2.0

Por José Javier Rojas


Los oráculos están muy desprestigiados en los tiempos que corren. Solo los tontos del culo, como diría Pérez Reverte, se ponen a pararle a semejante manga delirante de farsantes que posan de tales a estas alturas del té. No leo un horóscopo como no sea coaccionado por mi mujer, a quien le perdono esas idiosincrasias porque me quiere y me perdona de corazón que escriba barbaridades como esta, que por supuesto solo le daré a leer en mi lecho de muerte, y eso, si acaso.

¿Recuerdan al Walter Mercado encopetado, encapotado, maquillado y maricón a la enésima potencia dando brinquitos en cámara como si fuera a arrancarse con una canción de Raphael? En comparación, Horangel y sus doce patíbularios eran un cónclave cardenalicio, casi que una junta médica deliberando una operación vital. Aquellos polvos nos han traído estos deslaves, y de apenas ese par o un poco más de precursores no llega una legión de mamarrachos sin cortapisas. Ahora al contagioso desatino colectivo se suma la impudicia y el desparpajo para hacer el ridículo y colaborar con el embrutecimiento universal y el desorden infernal al convertir el conocimiento milenario de culturas ancestrales en estupideces y reducirlo a supercherías y supersticiones dignas de toda desconfianza.

Nadie sabe en qué creer, del escepticismo materialista positivista sobradote pasan (vía susto mortal, vía crisis existencial, vía santa Bárbara cuando atruena, Ángel de la Guarda qué cagazón cargo maldito choro toma la cartera y vete no me mates panita) a la credulidad incluyente sin discriminar el grano de la paja loca así que se la van inventando adoptando todo lo que van recogiendo en un pasticho sincrético sin pies ni cabeza, mientras más descabellado y gratuito, mejor. Porque como de que vuelan, vuelan, pues venga Feng Shui, venga yoga, venga runas y vengan apariciones marianas en tortas de naiboa y no se les levanta ni una ceja invocando la libertad de cultos y qué pasa cuál es tu peo, a la hora de creer cada uno cree lo que le provoca cuándo hiciste tú un postgrado en teología comparada, bolsiclón que te crees Bill Maher. The Flying Spagetti Monster y todo lo que venga encima, amén. Ya sea porque no dan en el blanco las profecías que se van sacando de la manga al buen tuntún, ya porque sus enunciados son tan oscuros que parecen textos de semiólogos franceses hablando en clave, servidor de ustedes huye de todos ellos como si fueran testigos de Jehová o miembros de la cienciología o vendedores de Herbalife...

Sin embargo, y todo sea por colaborar con la destrucción definitiva de este miserable mundo, vengan unas profecías de mi propia inspiración (si acierto aunque sea una, es señal unívoca de que cualquiera puede ser oráculo):

Un canalla saldrá impune de un crimen atroz.

Una persona justa será sometida injustamente al escarnio.

Una mujer amará a un patán mientras que despreciará al pobre imbécil que sí la quiere.

Un hombre dejará a su familia por una putita que lo dejará a su vez arruinado, maleteado y solo.

Un zoquete será elegido por una multitud de sus semejantes como su gobernante.

Un artista sin talento será aclamado.

Una persona extraviada encontrará lo que no se le había perdido justo cuando no lo estaba buscando.

Un hombre verá la luz justo antes de que se la corten.

Un niño se hará hombre al descubrir la belleza.

Una lágrima será derramada en vano.

Una promesa será cumplida.

Un anciano dará las gracias al último joven noble.

Un clamor será atendido.

Un entuerto será enderezado.

Un muchacho leerá a Cortázar por primera vez.

Un gato le sonreirá a Alicia.

Alguien leerá estas líneas y pensará que terminaron mejor de lo que empezaron.

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